jueves, 3 de septiembre de 2015

La Bella Durmiente

Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar muy lejano, los reyes ofrecieron una gran fiesta. El motivo era el bautizo de su bella hija, Aurora. Para esta celebración se llamó a casi todas las hadas del reino, solo olvidaron invitar a la más malvada de todas, sin embargo, ella se presentó en el palacio y por la descortesía en su contra, arrojó un maleficio a la pequeña: — Al cumplir los dieciséis años te pincharás con un huso y morirás.

Todos quedaron impactados ante aquellas palabras, por fortuna, un hada buena, pronunció también un encantamiento: — Al pincharse en vez de morir, la muchacha permanecerá dormida durante cien años y solo el beso de un apuesto príncipe la despertará.
El rey mandó destruir todos los husos del palacio, para evitar así que la princesa pudiera pincharse, y así pasaron los años hasta que la princesita se convirtió en una muchacha muy bella. Pero tenía el hada malvada sus artimañas. Cuando la joven cumplió dieciséis, la curiosidad la llevó hasta un rincón apartado del castillo, donde una vieja hilaba. Y de inmediato quiso probar…cumpliendo así su destino de pincharse y caer dormida al suelo.
Al verla tendida en la cama de flores donde sus amorosos padres la colocaron, el hada buena tuvo una brillante idea. Puso a dormir a todos en el reino, así cuando la princesa despertara, nada habría cambiado. Un giro de la varita y ¡zas!, nada se movía, todos estaban dormidos.
El palacio, quedó oculto entre la espesura de unos zarzales que crecieron por décadas. Ahí permaneció, olvidado del mundo, hasta que un día, un príncipe que estaba de caza en las cercanías, se internó en el escondite de su presa, el cual lo llevó hasta el castillo.
Cuando vio a los habitantes tendidos por todas partes, pensó con horror que estaban muertos, pero luego vio que en realidad estaban dormidos. Aunque no pudo despertarlos.
La búsqueda de una explicación, le hizo llegar a la habitación donde dormía la princesa. Contempló aquel rostro lleno de belleza; y su corazón se enterneció. Emocionado por el amor que latía en su pecho, tomó la mano de la muchacha y delicadamente la besó
Con aquel beso, la muchacha abrió los ojos, despertando del larguísimo sueño. El encantamiento se había roto. Todo el reino despertó junto con ella. Al cabo de unos días, el palacio, recuperó su esplendor y se llenó de música con motivo de la boda.
Fin